Cuántas veces habremos suspirado de alivio al tomarnos una sopita bien caliente en invierno, bien sea con fideos, carne de ternera, ave, o una crema bien reconfortante, con su suave textura y unos crujientes picatostes. Las mejores sopas de ajo se consiguen aprovechando el pan duro de ayer, con ese refrito de ajo y pimentón que resucita a un muerto... sólo su olor ya nos resulta curativo.
Nuestra sociedad malacostumbrada al caldo en pastilla ya no disfruta de las tradicionales sopas como antaño: caldos obtenidos de cocciones lentas y largas, sin llegar a hervir como dictan los maestros, a base de productos de máxima calidad. Álvaro quiere reivindicar desde éste, su blog, la sopa elaborada con buena materia prima, la sopa humilde y reposada sin sofisticaciones.
Este plato de cuchara está presente en todos los rincones del mundo y en cada uno se refleja su particular visión de la cocina. Ya hemos hablado de las sopas de ajo, tan españolas. En el grupo de sopas patrias también encontramos el gazpacho y el ajoblanco, tomadas como sopas frías pero sopas al fin y al cabo; y como no, la tan importante sopa de pescado.
Fuera de nuestras fronteras encontramos algunas conocidísimas como la vichyssoise, a base de puerro y patata, o la exótica udon, de origen asiático, con fideos, cilantro y huevo, por citar unos ejemplos muy populares.
Por último Álvaro nos da un pequeño consejo que cambiará nuestras sopas para siempre: una vez la sopa está servida en la mesa muy caliente, añadir un chorrito de vino tinto, el mismo vino que estamos tomando o que podríamos estar tomando. Le da un toque tan especial que probablemente se convierta en costumbre.
Todas las sopas me entusiasman, no hay semana aunque sea verano que tomemos varias veces sopa, si tuviera que elegir una no podría!
ResponderEliminarA mí me pasa igual Helena, el verano no me resta ganas de tomar una sopita, quizás más ligera, pero seguimos fieles a ella.
EliminarUn saludo.